4 de julio de 2019

La Hibridez Vital



Talvez encapsulada bajo condiciones hipnóticas liberadoras la hibridez vital gesticula a través de los instintos. Se hace presente para edificar la ruta de las flores congruentes una vez abierta la puerta manifiesta, fruto de todas las expansiones geográficas y espeleológicas de la magia normal.

El origen de la relación entre finitud y omnipotencia, es decir, el origen de la hibridez vital escapa a nuestros pecados originales y nos puede llevar a la inmediatez oblicua que tantas revoluciones causó anteayer, por poner un ejemplo cercano. Pero nada más lejos de la realidad que atribuir la hibridez vital a los oximorones.

Las repúblicas ansiolíticas han pactado sin pudor nuevas desnudeces apátridas. La masa, enajenada y voluble, extiende su vergüenza al borde de una oficina selvática para percibir el desprestigio de la sangre y luego se arrodilla ante algún ícono estereotípico. Solo la hibridez vital puede salvarlo. O al menos eso cree.

La paradoja fundamental de la hibridez vital es aquella que concierne al amor en su estado primario. La elasticidad lumínica presente en toda acción humana bastaría para explicarlo, sin embargo, el talante moral de aquellos esfuerzos es apenas una caricatura de lo real. La hibridez vital duerme plácidamente en su nido.

Sería justo admitir –a medida que nos adentramos en la locura como folklore - que firmar nuestro regreso a la cavernas debería ser tomado como un acto de salvación. Un gesto, un souvenir, un desayuno carníivoro para dioses ensimismados.

La hibridez vital presente en todas las obras de arte y en todas las abluciones, pero también en los actos más inocuos (como cantar o dormir) no tiene fecha de caducidad. No puede ser categorizada o definida en propiedad. No puede ser manipulada con fines coleópteros, políticos o de índole sexual. La complejidad mental no es su representante. Sin embargo la madre tierra abre sus brazos para todos y la hibridez vital lo ilumina todo. Ella pasa revista a las almas cuando la noche se cierne sobre las pulsiones grotescas de la especie humana.