Para Luis Donoso
Establecer epicentros de ónix para asentar la verdad primitiva
en nuestra lógica celular. Una voz considerablemente celeste lo repetía cada
diez minutos. Pero no escuchamos. Flotamos hacia la guarida que abandonaron los
pintores ingobernables. Es de conocimiento público que el amanecer nos
pertenece. Al menos la sustancia moderada en las encías de la cordura. Abanicos
que forman el nombre misántropo en los ideales cartoneros serán objetos de adulación. Las formas son
presagios que dibujan un puente de tonalidades maravillosas y un bar de
alacranes ebrios que antaño agitaron sus pañuelos inteligentes. De pronto hay un orden inesperado una nueva
forma de bordear la ruta enfurecida. La herrumbre que circunda este sueño ha
llamado la atención del predicador salvaje de turno y debemos correr o
arrastrarnos con sigilo en las mareas del pensamiento
darlo todo
por ver
el corazón de un árbol