no necesitaste amuletos para establecer tu franja de
fecundidad atávica cifrada en la belleza de un sexo flotante al filo de la
realidad altiva conquistadora de las
sombras de antiguos próceres de la vida en su totalidad
me aferré a tu belleza
y a tu fealdad minerva sumergida a tu canción eólica a tu sinceridad salvaje
a tu fe impoluta porque creí no existir/ creí no ver/ creí no pensar/ y sentí
terror de no sopesar el burdo ensamblaje que ofrece como decorado ‘la sociedad
civilizada’ hasta que vino tu beso de alba como un enjambre de auras
orgullosos de escarbar en nosotros mismos logramos por unos
segundos vencer el miedo y la locura para elevarnos sobre las cúpulas sabrosas
y mirar los derrumbes que realmente importaban en nuestra emplumada escala de
valores
en tu arco risueño cobró verdadera importancia el automatismo
a través de él fuimos asaltados por hordas de estricto absolutismo que
escupimos aferrados a ritos canábicos de hibernación poética
subrayo este perfeccionamiento de la depresión el
alertagamiento social y la producción de saliva cultural en una atmósfera
claramente disipada en la que fuiste una invocación estética una bofetada
encantada una perversión imperativa de la historia un acercamiento cíclico a la
desnudez
una invocación