7 de octubre de 2018

MINERVA


no necesitaste amuletos para establecer tu franja de fecundidad atávica cifrada en la belleza de un sexo flotante al filo de la realidad altiva conquistadora  de las sombras de antiguos próceres de la vida en su totalidad


me aferré a tu belleza  y a tu fealdad minerva sumergida a tu canción eólica a tu sinceridad salvaje a tu fe impoluta porque creí no existir/ creí no ver/ creí no pensar/ y sentí terror de no sopesar el burdo ensamblaje que ofrece como decorado ‘la sociedad civilizada’ hasta que vino tu beso de alba como un enjambre de auras


orgullosos de escarbar en nosotros mismos logramos por unos segundos vencer el miedo y la locura para elevarnos sobre las cúpulas sabrosas y mirar los derrumbes que realmente importaban en nuestra emplumada escala de valores 


en tu arco risueño cobró verdadera importancia el automatismo a través de él fuimos asaltados por hordas de estricto absolutismo que escupimos aferrados a ritos canábicos de hibernación poética

subrayo este perfeccionamiento de la depresión el alertagamiento social y la producción de saliva cultural en una atmósfera claramente disipada en la que fuiste una invocación estética una bofetada encantada una perversión imperativa de la historia un acercamiento cíclico a la desnudez

una invocación