Hace un rato estar entre quieta nieve no abría los brazos del
piano
Sacar la toalla hedionda al patio como se saca un trozo de
carne
Los bufetes no se advierten a lo lejos; solo se ve un cúmulo
de mierda
Y los espejos de los autos tienen migraña
Los cordones industriales percutidos
El sol es una migraña
A quien le importa con su chaleco de lana
Y su fiero sentimiento de inferioridad
La guitarra acompaña desde un rincón
Todo es previsible
La noche se pervierte
Ya no es lo mismo andar ebrio
No embriagar, no acceder a esos mágicos caminos
Que llevan a otros oscuros senderos
No levantar el universo como si fuera una caja de vino
Escribir mejor, morir de aburrimiento, esperar
O componer una sinfonía pretenciosa
Que asquee a los hombres de buena voluntad
Atrapado en un casamiento me dedico a beber
Y a pensar cosas
demasiado absurdas como para compartirlas
Con gente que padece de dinero, de brutalidad
De baile